El estado de la juventud actual es cuanto menos pesimista. Pongamos un ejemplo: hace un par de día saltaba la sorpresa entre unos jóvenes de Twitter al enterarse de que Fernando Simón no era el ministro de sanidad, es decir, en plena pandemia mundial la junventud de nuestro país ni conoce la identidad del jefe de la sanidad española. Como este ejemplo podríamos poner otros muchos, así que luego no debería sorprendernos de lo que pasa en, por ejemplo, las elecciones: si la gente ni tan siquiera sabe quién les gobierna, como van a saber de historia, política o economía. Luego es normal que sean los discursos populistas los que acaben triunfando. Como decía el famoso historiador Santana “el pueblo que desconoce su historia está condenado a repetirla”, y por desgracia para nuestro país, estamos condenados a repetir fracaso tras fracaso. A un estrato juvenil cuya mayor preocupación es salir con los amigos o ir a la fiesta de turno, si alguien le presenta la idea de que ellos merecen lo mismo que una persona que lleva trabajando y/o estudiando prácticamente desde que nació pues claro que suena atractiva la idea, ¿no creen?